lunes, 7 de diciembre de 2015

SORIA Y LA RIOJA

SORIA Y LA RIOJA

POR D. LUIS PINILLOS Y LAFUENTE

La Rioja es una comarca natural -como La Garriga, La Alcarria o Las Hurdes- , considerada así desde finales del siglo XVI, por lo menos. Su identidad política en el sentido actual, no existió hasta que las formas liberales, la convirtieron en provincia, con su capital en Logroño, el año 1822. La “Comunidad Autónoma de La Rioja”, como hoy se denomina, fue creada el año 1982.
Los que se autoproclamaban y consideraban moradores del “país rioxano”, con anterioridad a aquella fecha, eran en la realidad administrativa sorianos y burgaleses; y hasta allí debían llegarse para resolver todas sus “cuestiones”. A la soriana pertenecía la parte norte de la serranía Ibérica, conocida como: “Tierra de Cameros”, cuyos ríos vierten sus aguas en un mismo común, el Ebro.
La Rioja aparece con letra impresa, en el  capítulo IX del documento: “Práctica y Formulario de la Chancillería de Valladolid” (Año 1667), cuando, al hacer relación de los lugares de donde deben proceder los pretendientes para efectuar la “Diligencia contra la hidalguía de propiedad” menciona, entre otros lugares de España, “…y alguna parte de la Rioja, donde hay las casas de la picina, y de ValdeOsera.
Este documento situa Valdeosera, geográficamente, a mediados del siglo XVII en La Rioja, a la par que da testimonio y refrenda su condición de único Solar Nobiliario Conocido en la Sierra de Cameros.
Los diviseros de él dejaron su impronta, en forma de labra armera, por numerosos lugares de estas tierras riojanas y sorianas. En el libro “Valdeosera, el Solar de las Trece Divisas” se recojen varios ejemplos pero, tras su publicación en 2008, nuevos testimonios siguen apareciendo. He aquí algunos de ellos:
        


Golmayo (Soria).- Blasón del Solar de Valdeosera labrado en piedra arenisca y situado en la fachada sur del edificio de una antigua granja (La Verguilla), hoy en ruina y rodeado de maleza; sobra la cabeza del león que se suma a la corora, aparece la leyenda “Armas de los Díez”.
En el Catastro del Marqués de la Ensenada, figura como propietario de esta granja Don Francisco Díez, (o Díaz).
En el Libro Becerro del Solar de Valdeosera, aparecen: Francisco, José y Agustín Díaz y de Mendoza, vecinos de Soria, hijos de Francisco Díaz de Orenzana, vecino de Soria (donde fue, ya de mancebo) y natural de Villoslada, y Ana María de Mendoza. Nietos, por línea paterna, de Juan Díaz, y María de Orenzana, vecinos de Villoslada. Bisnietos, por la misma línea, de Francisco Díaz, vecino de Villoslada y natural de Jalón de Cameros.
Tomaron posesión de la Divisa “Regajal” del Solar de Valdeosera, el 01-05-1636, Serie 5, Libro 8, Folio 282.




     


Estas tres labras, con la representación de las Armas del Solar de Valdeosera, se encuentran en Santa Cecilia (Soria); vertiente sur de la Sierra de Cameros. Cuentan los vecinos que su original propietario disponía de más de 10.000 ovejas. Datos, sin confirmar, apuntan su propiedad a la misma familia Díez o Díaz, de Golmayo.
  La descripción de este blasón, que viene recogida en el certificado expedido en 1636, al Solar de Valdeosera, por don Domingo Gerónimo de Mata Rey de Armas de Su Majestad Don Felipe IV, al hacer referencia a su cuarto cuartel dice: “… aparece un oso atado al tronco de un roble” y concluye: “El oso y el roble son Armas de Valdeosera”.
Algunas veces, bien por la impericia del cantero, bien por su particular interpretación de la idea que le trasmitieron, puede que el objeto tallado no se ajuste fielmente a lo que, en realidad, debiera representar (en Valladolid, en el museo de los Filipinos hay tallas en marfil donde aparece Cristo con ojos rasgados y lanzada en costado izquierdo). En concreto, y respecto al animal y al árbol del dicho cuarto cuartel, conviene aclarar que se trata de un oso (no un cánido) atado al tronco (no a una rama) de un roble (quercus pedunculata), muy abundante en la zona, que no a un tejo (taxus baccata), muy escaso en ella.
Los Señores del Solar de Valdeosera descienden de Don Sancho Tejada; un apellido cuya etimología, posiblemente, proceda del hecho de haber sustituido por tejas, las lajas de pizarra que cubrían su mansión y de ahí la denominación de “el de la casa tejada” o, simplemente, Tejada; con lo cual sus descendientes llevarían, por derivación, el apelativo de “los Tejadas”. Numerosos autores coinciden en afirmar que: “Tejada es un Linaje castellano, del Solar de Valdeosera (Logroño)”. Y estos mismos señores, diviseros del Solar de Valdeosera, a más de ser propietarios de dicho Solar, también lo son de los montes Cardines, o de Tejada, como lo demuestra la Real Carta Ejecutoria de Doña Isabel II, en base a una Sentencia pronunciada, mandada y firmada por el Sr. D. Prudencio Joaquín de Coca, Juez de Primera Instancia en Torrecilla en Cameros, el 13-11-1845, seguida de otra Real Sentencia dada y publicada por los Señores Presidente y Magistrados de la Sala Segunda, que fue autorizada y legalizada por D. Mariano Blanco Recio, escribano de Cámara de S. M., en la Audiencia Territorial de Burgos, el 24-09-1846, y posterior Real Auto, dado en Burgos el 03-11-1846, que la declaraba por consentida y pasada en autoridad de Cosa Juzgada, que la pertenencia de “las dos montañas, de Valdeosera y los Cardines” a estos Señores Diviseros, moradores de la Villa de Valdeosera, y herederos de la Casa o Linaje de Tejada. Así que cualquier resolución sobre estos términos, para que sea legal, debe de haber sido tomada por ellos.
Lo del tejo -que nunca apareciera en los libros de dicho Solar de Valdeosera hasta, incomprensiblemente, reciente fecha- viene a cuento de que, a mediados del siglo XVIII se comenzó a gestar una fabulosa argucia basada en una leyenda, con visos de realidad del caballero Diego Pérez de Vargas, que en la conquista de Sevilla (1248) rompió su espada y desgajando una rama de olivo (en éste caso de un tejo), la emprendió a golpes contra una tropa de moros, no dejando uno sano. Sus compañeros le jaleaban al grito de ¡¡Machuca, Vargas Machuca!! De ahí el nuevo apellido para él y sus descendientes”. Historia que ya sacara a relucir Don Miguel de Cervantes, en el capítulo VIII de su obra “El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha”, publicada en 1605. Al parecer, alguien particularmente interesado, intenta que esta patraña pueda ser considerada institucionalmente como un Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial de La Rioja. Si tan rocambolesco supuesto fuera tomado en serio por los responsables oficiales, y el proyecto siguiera adelante, su declaración podría llegar a resultar un choteo nacional.
Etimológicamente, el vocablo formado por derivación del primitivo denominado tejo, sería tejoda, y los que se dicen descender de un señor que masacraba moros blandiendo una rama de éste árbol debieran, en buena lógica, ser apellidados “Tejodas”. Cuestión semántica.


Logroño, 10-03-2014

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