jueves, 29 de noviembre de 2018


COSME GARCÍA SÁENZ
Inventor del submarino


El “Garcibuzo”, con 5,75 metros de eslora, ubicado en el parterre de una céntrica calle de Logroño. Para orgullo de los riojanos y admiración de forasteros. 



S
i a una máquina tripulada, capaz de navegar con autonomía propia bajo la superficie marina, la denominamos ‘submarino’; no cabe duda de que el primero que la construyó y probó con éxito fue el riojano:
Cosme García Sáenz
Corría el año 1954, que escuche por vez primera este nombre. Fue en ‘La Industrial’. Un profesor -empeñado en que conociésemos personajes que habían contribuido al progreso-  me adjudicó la tarea de disertar sobre el mencionado, Cosme.
No encontré quien me diera razón de él y, como no había Internet, acudí a la biblioteca del Instituto Sagasta. Allí lo hallé. No había mucha información pero con mi ‘portátil’ (léase lapicero) copiéla. Comenzaba así: “Ingeniero español, nacido en Logroño (1818). En 1858 construyó un modelo de submarino”. Y un dibujo que, sospechosamente, vi reproducido años después en la carátula de un disco de vinilo titulado “Submarino Amarillo”.
En el correspondiente libro de texto, aparecía, entre otros insignes, el catalán Narciso Monturiol con el siguiente epitafio: “Inventó el Ictíneo, primer buque submarino, en el cual navegó por el fondo del mar en aguas de Barcelona y Alicante en 1859, 1860, 1861 y 1862”. Las fechas contradicen el aserto pero, claro, el libro estaba editado en Cataluña.
Otro riojano, de nombre Joaquín -con numerosos enaltecimientos en su haber de insignes paisanos-,  emprendió la tarea de impulsar la figura de Cosme en éste ‘doscientos aniversarios de su nacimiento’; y así lo propuso en el Ayuntamiento de Logroño, a través de cierto partido político.
La propuesta fue aceptada por unanimidad, y se estableció una comisión (algo dijo Napoleón sobre las ‘ventajas’ de utilizar este sistema). La labor realizada por los miembros de la dicha, es encomiable; pero han trasladado los eventos al otro lado del Ebro, donde piensan colocar una maqueta (a escala) del submarino; desechando  la idea del promotor del evento, cual era la de construir uno de tamaño natural (5,75 metros de eslora) y colocarlo en un lugar transitado, que sirviera para pregonar la calidad de este ilustre logroñés; pues no considera de recibo que volvamos a hundir su memoria y su obra (como ocurriera en Alicante), ocultándola en un alejado caserón.
Narciso Monturiol, natural de Gerona, andaba en 1859 realizando experimentos sin carácter oficial. Realizó las pruebas oficiales de su barco-pez, “Ictíneo”, el día 7 de marzo de 1861, y le atribuían la gloria de ser el primero que llevara felizmente a cabo los ensayos de naves sumergibles.
Isaac Peral, nacido en Cartagena, fue considerado durante muchos años el ‘inventor’ del submarino. En realidad, su nave “Peral” fue botada en 1888 y se trataba de la primera máquina importante accionada por un motor eléctrico. Contaba con un lanzatorpedos y un sistema para mantener la profundidad de forma automática.
Como parte de la historia, cabe decir que: para la resolución de los problemas eléctricos planteados por su famoso submarino, Peral contó con la colaboración de José Luis Díez y Pérez de Muñoz, descendiente por línea agnaticia del riojano Solar de Valdeosera. Natural de Jerez de la Frontera, fue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Teniente de Navío, Cruz del Mérito Naval, Cruz de Hierro austriaca. Pusieron su nombre “José Luis Díez” a un destructor de la Armada Española. Durante la Guerra Civil, al intentar  incorporarse a la escuadra republicana en diciembre de 1938, fue inutilizado y apresado por el minador “Vulcano”, en aguas del estrecho de Gibraltar.
Volviendo a Cosme García Sáenz. Hijo de Andrés García y de Andrea Sáenz, nació en Logroño el 27 de setiembre de 1818. Cosme, no era ciertamente Ingeniero titulado, pero le sobraba ingenio. El 6 de mayo de 1856, patenta tres inventos a la vez: Escopeta relámpago, Máquina tipográfica sin cintas y Máquina para toda clase de timbres en tinta. Estos ingenios quedaron registrados en la Oficina de Patentes y Marcas de Madrid con los ‘Privilegios’ 1432, 1433 y 1434.
Se dedicó al grabado de metales, fabricándose él mismo los buriles y demás instrumentos. Una de las máquinas que fabricó fue adquirida por Lázaro Bardón, catedrático de Griego en la Universidad Complutense de Madrid, de la que más tarde sería rector, para imprimir la obra “Lectiones graecae”. La primera gramática de griego publicada en la España contemporánea registró tres ediciones, que corresponden a los años 1857, 1859 y 186.
En la capital del Reino demostró ‘García el Riojano’ su habilidad e ingenio como impresor. Montó su propio taller, en el que editó diferentes revistas, como ‘El Látigo’ dirigida por Pedro Antonio de Alarcón, o ‘El Padre Cobos’, del escritor Navarro Villoslada. También realizó grabados para periódicos.
Ejerció el oficio de guitarrero. Además de fabricar instrumentos de cuerda, tenía habilidad para la música. Coincidió la etapa en la que Cosme García regentaba su imprenta en la madrileña calle del Barquillo con la formación de una orquesta de cuerda, en la que él mismo tocaba el violín y la bandurria, y que tuvo sus momentos de gloria en la ciudad.
El Submarino
La primera vez que Cosme vio la mar, comenzó a cavilar cuál sería la manera de navegar bajo sus aguas y se lanzó a la aventura diseñando un primer prototipo de sumergible, que encargó a la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona.
Debido a su robusta construcción en hierro y notable roblonado, pareciera que el aparato se hundiría nada más rozar el agua, pero no fue así. Tenía la forma aerodinámica de un tonel, visto de perfil, todo él de hierro, material que en aquella época no era muy aconsejable ni para los buques. Medía el ‘aparato-buzo’ 3 metros de eslora, 1,5 de manga y 1,6 de alto, por lo que en su interior apenas cabían dos tripulantes. El 16 de noviembre de 1850 obtuvo Cosme García, privilegio de su aparato submarino.
Las pruebas se llevaron a cabo con discreción en el puerto barcelonés, junto a la montaña y el castillo de Montjuich en 1858. Los resultados no fueron muy exitosos, como ya esperaba el propio Cosme, pero sirvieron para detectar algunos errores y para que sea considerado el primer sumergible español fabricado en hierro.
Meses después de la primera prueba en Barcelona, al comienzo del verano de 1859, la Maquinista Terrestre y Marítima ya había construido el segundo submarino, también de chapa de hierro, que Cosme García remolcó hasta Alicante pera realizar allí las pruebas oficiales, ahora sí con luz y taquígrafos. Aparte de sus aguas claras, el puerto alicantino atesoraba unas cuantas ventajas: era artificial, poseía unos fondos muy regulares, sin grandes rocas ni fuertes desniveles, así como una doble escollera que servía de abrigo.
Las dimensiones eran mayores que las del modelo anterior: 5,75 metros de eslora, 1,75 de manga y 2,25 de alto. Más alargado y aerodinámico, al segundo prototipo se accedía por una escotilla, situada en la parte superior, que se cerraba herméticamente desde dentro. En los costados, aparecían dos remos que permitían girar la nave y, cerca de la proa, otros dos remos la sostenían y facilitaban que descendiera o se elevara. En la popa había instalado el inventor una hélice que propulsaba el aparato, mientras que en ambos lados y en otras zonas del casco varias escotillas dejaban ver el exterior. En el interior de la nave, bajo un doble fondo, dos tanques con sus respectivas bombas funcionaban como lastre para el ascenso y el descenso del submarino dentro del mar. La embarcación que se sumergió en las aguas del puerto alicantino disponía también de diferentes aparatos destinados a facilitar su navegación como brújulas y manómetros con los que medir la presión soportada.
El privilegio de invención nº 1.923, bajo el epígrafe ‘Aparato buzo para navegación submarina’, fue solicitado por ‘García el Riojano’ El 9 de julio de 1859, siéndole concedida la patente el 8 de mayo de 1860. Por desgracia, y como ya ocurriera con sus anteriores inventos, la documentación ha desaparecido de la Oficina de Patentes. Esta vez, por suerte, el inventor logroñés también patentó su ‘Bateau-Plongeur’ (barco de buceo) en el Institut de la Propité Industrialle de Francia (IMPI), el 16 de noviembre de 1860 que fue concedida el 25 de abril de 1861. Este organismo, con sede en París, sí que conserva los planos originales bajo el expediente ‘FR 49 388’, gracias a los cuales podemos verlos en la actualidad.
Del resultado de las pruebas realizadas en el puerto de Alicante, por Cosme García con su submarino, da fe el acta levantada por los testigos que aparecen mencionados al final de la misma:
Copia del acta de las pruebas del aparato Submarino, invención de D. Cosme García Sáenz (Privilegio 16 de Noviembre de 1859).
Los que suscriben, residentes en esta ciudad de Alicante, certificamos y aseguramos bajo nuestro honor y buena fé:
Que en el día 3 del corriente mes de Agosto de 1860, fuimos invitados por don Cosme García, de profesión mecánico y residente en Madrid, para asistir al día siguiente 4, a las siete de la mañana, a los experimentos y pruebas de un aparato Submarino de su invención.
Que con efecto concurrimos en el día y hora mencionados con el indicado fin, al punto del mar designado por el señor comandante de Marina de este distrito, para ejecutar estos trabajos.
Que el sitio indicado es el de mayor fondo o profundidad reconocido en este puerto.
Que llegado a este punto observamos el aparato Submarino a flote y dispuesto a funcionar.
Que, así que se completó el número considerable de personas asistentes a este acto, el inventor Sr. García se introdujo con uno de sus hijos en el aparato, y cerró herméticamente su entrada por medio de una tapa o puerta colocada en la parte superior de aquel.
Que instantáneamente después, el Submarino desapareció de la vista de todos los concurrentes sumergiéndose con la mayor facilidad hasta el fondo del mar.
Que en este estado, con el inventor y su hijo dentro, permaneció sumergido por tiempo de cuarenta y cinco minutos, sin tubo, cuerda, ni nada que le comunicase con la atmósfera.
Que durante este tiempo el aparato se hizo visible varias veces entre dos aguas a voluntad del inventor, quien hizo estos movimientos, según dijo después, para dar a conocer a los concurrentes que ninguna novedad le ocurría y evitar toda duda e inquietud por este motivo.
Que asimismo observaron que el aparato permaneció inmóvil entre las aguas a voluntad del Inventor, que dirigía estas operaciones desde el interior.
Que después el aparato se movió en todas direcciones, caminó y dio vueltas o giros completos, ejecutados por el Inventor, sin ningún auxilio ni agente exterior.
Que el aparato subió a la superficie del mar, y abierta la tapa, desde el interior, aparecieron el Inventor y su hijo tranquilos, sin muestras de fatiga o cansancio.
Que el Inventor manifestó entonces que podían haber permanecido encerrados en él mucho más tiempo; pero no lo habían hecho por evitar que los concurrentes experimentasen temor sobre su seguridad personal.
Y certificamos, por último, que todas estas operaciones se han ejecutado a nuestra vista, sin que el Inventor haya necesitado aire ni ningún otro auxilio exterior, esto es, incomunicados completamente con la atmósfera, suelto y libre el aparato, sin un cable siquiera que pudiera elevarlos del fondo del mar a la superficie, caso de cualquier accidente.
Y a petición del Inventor D. Cosme García, y por ser así la verdad, firmamos esta acta en Alicante a 6 de agosto de 1860.- El Comandante de Marina, José de la Paz.- El Brigadier gobernador, Buenaventura Carbó.- El coronel jefe de E. M. de las Islas Baleares, Juan de Dios Sevilla.- El presidente del Consejo provincial, Joaquín Orduña.- El administrador principal H. P., Manuel de Coballa.- El ingeniero de minas, Sandin.- El ingeniero jefe de la provincia, Agustín de Aroso y Baraibar.- El ingeniero primero Eduardo O’Keill.- El ingeniero de caminos, Antonio G. Molina.- El juez de primera instancia, Antonio Alix.- El Cónsul general de Suecia y Noruega, Carlos A. Danlander.- El administrador principal de Correos, Remigio Mota…- El cónsul de S. M. Británica, Benjamín Barrios.- El Cónsul de los Estados Unidos, Guillermo Leach Giró.- El director propietario del periódico “El Comercio”, B. Loma y Corradi.- El marqués de Casa Pizarro.- El capitán del vapor “Marsella”, R. Lagier, y siguen las firmas.
A la vista del éxito obtenido, solicitó y obtuvo, en 1861, una audiencia con la reina Isabel II y su esposo, don Francisco de Asís pero estos, aconsejados por el Gobierno, desestimaron las propuestas de ‘García el Riojano’. ¡¡Qué visión de futuro la de esos gobernantes!!
Aprovechando entonces un viaje a Francia para patentar uno de sus fusiles, estableció contactos con la Administración gala. Según contaron sus hijos décadas más tarde, el emperador Napoleón III ofreció al inventor logroñés el Arsenal de Tolón, en el Mediterráneo, para que desarrollara un nuevo prototipo, así como un millonario presupuesto. Sin embargo, tras meditarlo unos días, rechazó Cosme la oferta. No estaba dispuesto a que un potencial enemigo usara su arma contra España. ¡Qué buen caballero si tuviera buen Señor!
De no haber sido tan ineptos aquellos gobernantes, y el submarino de Cosme García hubiese estado presente, el año 1898, en la batalla de Santiago de Cuba; posiblemente el resultado de la contienda hubiera sido favorable para el almirante Pascual Cervera Topete. Eso nunca se sabrá, pero lo que sí sabemos es que sigue habiendo torpes gobernantes que retiran placas de calles que se honraban llevando su nombre.
Cosme García Sáenz falleció en Madrid el 23 de junio de 1874 a la edad de 55 años en la más absoluta pobreza. Antes: “echó a pique (en el puerto de Alicante) el aparato, con gran sentimiento del cónsul inglés (Benjamín Barrios), que venía haciéndole tentadoras ofertas para que a Inglaterra vendiera el secreto”.

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