miércoles, 18 de mayo de 2016

LA SUPUESTA CARTA DE PRIVILEGIO Y CONFIRMACIÓN
DE LOS REYES CATÓLICOS AL LINAJE DE TEJADA,
SUPUESTAMENTE DADA EN 1491:

ALGUNAS “INCÓGNITAS INTERESANTES”

Por: D. Luis Pinillos Lafuente, antiguo Alcalde Mayor del Solar de Valdeosera

   En la revista Hidalguía nº 533 (invierno 2013), los profesores don Juan Carlos Galende Díaz y don José María de Francisco Olmos publicaron un meritorio estudio, realizado desde el punto de vista paleográfico y diplomático, de la supuesta Carta de privilegio y confirmación dada por los Reyes Católicos al linaje de Tejada en 1491.


Sobre ese asunto deseo aportar algunas precisiones históricas -las que vienen a ser la otra cara de una misma moneda-, con el fin de ayudar a conocerlo mejor, estudiándolo desde otros aspectos relevantes.
Entrando en materia: existen fundadas razones para dudar de la autenticidad de los dos documentos tejadinos llamados de Enrique IV, de 1460, y de los Reyes Católicos, de 1491. Esa autenticidad ha sido puesta en tela de juicio por no pocos historiadores porque, pese a su regia apariencia, nadie ha sido capaz de encontrar el primero ni de demostrar su existencia; mientras que el segundo de ellos parece ser que está en un archivo privado. Ninguno de ellos consta registrado en el Registro General del Sello, el cual se conserva en el Archivo General de Simancas a partir de los años de 1454. Todos sus asientos, para la época que nos ocupa, han sido publicados, y no hay ni rastro de ese supuesto privilegio y confirmación.
Por eso, sin duda, los profesores Galende Díaz y De Francisco Olmos han dicho que el documento de Reyes Católicos es auténtico en su formalidad y realización. Pero evitan entrar en el fondo del documento, que es el de su autenticidad real. Formalmente, el documento que tratamos puede parecer auténtico, aunque no lo sea: obviamente, un falsificador de moneda que se precie, no se le escaparía poner Banco de España con uve. Así que esta autenticidad formal no puede servir de base para que alguien afirme que sea un original.
Resulta que en las más de treinta y cinco mil setecientas cincuenta páginas que conforman el archivo del Solar de Valdeosera, la primera mención al supuesto documento de los Reyes Católicos, tiene fecha de 1783 cuando, concluido un juicio en la Chancillería de Valladolid (años de 1776 a 1783), sobre la pertenencia del Solar con su término, jurisdicción alta e baxa, mero y mixto imperio a dichos Caballeros Diviseros del mismo, y un mes antes de que se dictara la sentencia -favorable a estos, por mor de testimonios y documentos presentados-, el licenciado don Pedro García Montenegro, fiscal de S.M, pide que se presentase la Confirmación de Reyes Católicos (8 de agosto de 1491), que existe en el Pleito que sobre su Hidalguía siguieron en esta Chancillería Joseph, Antonio, y Pedro Gregorio, vezinos de la villa de Laguna de Cameros -pleito de 1781-. Y añadió, al respecto a las confirmaciones de privilegios: Que las confirmaciones nunca pueden subsanar el defecto del título o Privilegio que se desea porque las Confirmaciones no dan ni quitan fuerza a lo que se confirma, sólo sirven de preservar la eficacia de la cosa confirmada sin perjuicio de la verdad porque los Soberanos expiden sus Confirmaciones bajo la buena fee de ser cierto el Pribilegio y como su Soberana intención es no dar más derecho al impetrante que el que tenga por el Privilegio ni derogar el derecho de terceros no se examina ni disputa en este acto si es cierto o no el Privilegio ni se cita para su confirmación a los interesados quienes si hacen ver que la Confirmación se obtubo con engaño, de nada sirve.
   La intromisión del fiscal del Rey sorprendió a los diviseros de Valdeosera, y alegaron no saber nada del documento que mencionaba, ni que pudiera ser de utilidad para su defensa en el pleito que se seguía. Esta intromisión del fiscal, inculcándose en otros incidentes, resultaba sorprendente y desconcertante para los diviseros, puesto que entre los instrumentos presentados para su defensa, no figuraba confirmación de privilegios alguna; y porque, además, había quedado claro que las dichas confirmaciones no servían para justificar un derecho a la propiedad del Solar.

Y es que, en realidad, la primera vez en la historia, que aparece mencionado un documento llamado, explícitamente, así: Confirmación de Privilegios, otorgada por los Reyes Católicos en 1491, fue en el año 1749, con la presentación de una solicitud para obtener carta de confirmación por parte del Rey Don Fernando VI. Dicho documento carecía del Sello Real de plomo, que forzosamente debía acompañarlo, pendiente de cintas de seda de distintos colores. Quizá esa ausencia pueda hallarse en el sano temor de que falsificar un documento, llevando incluso un sello rodado, fuera una cosa delictiva, pero llegar a falsificar un Sello Real se pagaba con la pena capital.
También resulta revelador el hecho de que, con la petición, presentaron un traslado, claramente infiel, del Certificado del Blasón del Solar de Valdeosera, dado en 1636 por don Domingo Gerónimo de Mata, rey de armas del Rey Don Felipe IV. En la transcripción se omitieron algunas frases que aparecen en el original, como la de que el oso y el roble son Armas de Valdeosera. O la referente a las divisas: siendo condición y bínculo de que no se pudiese acrecentar vecindad, ninguna más de las trece Casas y Solares y Divisas, que así se llaman, de do descienden todos los subcesores, por vía de barón. Y otras alteraciones, entre las cuales se encuentra la inclusión de la segunda bordura, con la leyenda, que fuera añadida por el Solar de Valdeosera en 1644, laudemus viros et parentes nostros in generatione sua. De que hay constancia por la visita a vista de ojos, realizada por el licenciado don Diego Castrillo y Rivero, en su visita judicial a dicho Solar.
No hay pleito de hidalguía ni documento alguno anterior a esta fecha, que mencione o aluda a esos supuestos documentos reales de 1460 y 1491, y tampoco aparecen mencionados en las obras de los autores que trataron estos temas, como fray Atanasio de Lobera en su Historia de las Grandezas de la muy antigua e Insigne ciudad e Iglesia de León, del año 1596; don Mauro Castellá Ferrer en su Historia del Apóstol de Iesu Christo Sanctiago Zabedeo Patrón y Capitán General de las Españas, del año 1610; el padre fray Mateo de Anguiano en su Compendio Historial de la Provincia de La Rioja, del año 1701; o el doctor don José González Texada en su célebre Abrahan de La Rioja. Por contra, resulta chocante comprobar que muchos de los datos de su contenido, son copia casi literal de lo escrito por fray Atanasio de Lobera en 1596; quien, por meter su apellido en el asunto (como demostró, años más, tarde González Texada), hablaba de haber leído en algunas memorias sobre doce caballeros que pudieran ser galicianos o los propios hijos de don Sancho, sin más referencias.
Recordemos que, con la entronización del primer Borbón, se expidió un real decreto mandando que todas las villas y lugares sometiesen a confirmación sus ordenanzas y privilegios. Las que habían tomado partido por el perdedor de la guerra civil -el Archiduque Carlos-, se vieron despojados de ellos. En La Rioja, la villa de Valdeosera fue el único Solar nobiliario conocido que presentó documentación para demostrar la pertenencia del mismo a los señores diviseros de él; pero no fueron esos importantes documentos atribuidos a Don Enrique IV y a los Reyes Católicos los aportados, sino sus Ordenanzas Viejas, de 1579; con ello, Valdeosera obtuvo real provisión del Rey Don Felipe V, fechada el 22 de septiembre de 1716, para el dicho Solar e Villa de Valdeosera, con todos sus vasallos e jurisdicción civil e criminal, horca e cuchillo, alto e bajo, mero mixto imperio.
   En nombre de la posteriormente llamada villa o solar de Tejada, nada se presentó. Se perdió así, qué cosas, una buena ocasión para dar a conocer los supuestos documentos de Don Enrique IV y de los Reyes Católicos ¡si es que ya existían en esas fechas!

Luego, además, está el escudo de armas. En la certificación de armas que don Domingo Gerónimo de Mata expidió a favor del Solar de Valdeosera, se lee: y en el quarto quartel, ansí mesmo en campo de plata, un roble, de sinopla, y a él ligado, un oso, al natural, con una cadena de yerro o arjen. En cambio, sobre el escudo que aparece en el supuesto privilegio de los Reyes Católicos, más de una autoridad en los estudios heráldicos opina que su composición no es anterior a la época de Don Felipe II (1556-1598); y así, al describir el cuarto cuartel, se lee: en el cuarto campo que es también plateado, está un árbol que se llama texo, y en él está atado un oso, con una cadena a una rama del árbol, que significa la que cortó Sancho de Tejada, cuando se le quebró la lanza… Y se dice en el documento, que esa es la razón de que a don Sancho le llamaran Tejada, porque se defendió de la morisma empleando como arma, la rama de un tejo. Vieja historia, ya contada en 1248, cuando la toma de Sevilla donde el actor era don Pedro de Vargas Machuca y el arma, una rama de olivo usada para machucar. La anécdota es famosa y no insistiremos en ella. Pero es que aquí, en el caso de Tejada, la gramática también juega su papel pues, etimológicamente, el vocablo formado por derivación de tejo, no es, precisamente, tejada.


Otro dato significativo surge, al comprobar que el tema del tejo es una mala copia sacada de la citada obra Abrahan de La Rioja (1702). En ella no hay referencia alguna a los hipotéticos documentos del Rey Don Enrique IV (1460) y RRCC (1491), no obstante, en la página 329 punto 3, se lee lo siguiente: El apellido de Texada le vino de el suçesso siguiente. El Rey Don Alonso el Casto, segundo de el nombre, acometió con su Exército a otro de Moros muy numeroso, que estava campado cerca del Valle referido de Vielso, contra los Cathólicos. Acompañávale Sancho Fernández, Cabo muy principal del Cathólico Exército, y acometiéndose las dos opuestas hazes, y peleando con el mayor valor D. Sancho, se le quebró el hierro de la lanza, y tomando en las manos el asta (que era de Texo, Arbol muy hermoso, y de que ay muchos, assí en el Valle de Vielso, donde Don Sancho era Castellano, como en la Sierra de los Camberos, donde tenía su principal Casa, y Señorío) mató, y hirió tantos Moros con ella, dando en ellos tan fuertes golpes, que admirado el Rey, dixo: Las texadas que da Sancho! y de aí se llamaron Texada, y tomaron su Casa Solariega de los Camberos, y Villa que fundó en el Castillo del Valle de Vielso, este lustroso apellido, que se conserva en sus descendientes. De todo ello se desprende, que los creadores del documento (supuestamente concedido por los RRCC en 1491), lo copiaron en 1749 de la obra realizada por el doctor González Texada en 1702. Que no a la inversa. Para ello cambiaron el lugar del suceso, poniendo: “hízole Señor de los Montes Cardines en donde se defendió del riesgo, e por los muchos tejos que allí había (?), e porque cogió cuando se le quebró la lanza, se llama la montaña de Tejada”.
Según varios autores genealógicos, Tejada es un linaje castellano, del Solar de Valdeosera (Logroño). Y este apellido se deriva de teja, la cual más allá de un simple objeto arquitectónico, es un elemento cargado de simbolismo, principalmente representando la Casa (entendida esta como un operador social, más que como una construcción). Como entidad protectora del grupo doméstico. La teja es, pues, signo de propiedad y símbolo de la casa y de sus derechos; con o sin confirmación de privilegios, ya que la propiedad habría sido obtenida como una aprisio o presura, durante la ocupación de terrenos deshabitados en la época de la Reconquista en La Rioja. O concedida como recompensa, contraprestación o pago de los heroicos esfuerzos y señalados servicios de los antepasados de los diviseros.
Respecto a la afirmación del informe, de que dicho supuesto documento de los Reyes Católicos otorgó a los pobladores de los solares por fin una plena seguridad, ya que desde entonces no volvieron a tener problemas con los señores de la zona, baste decir que tan sólo la villa de Valdeosera tenía pobladores entonces -por eso era villa-, aunque aparezca entre las concesiones enriqueñas, nunca fue poseída por los Arellano; y cuando, hacia 1473, el Señor de los Cameros, con gente de armas, decide tomarla por la fuerza, los hijosdalgo del Solar no recurren al contenido de ese supuesto o imaginario documento de Don Enrique IV, ni argumentan ser behetría para defenderse del de Arellano. Pues, aunque hay quien mantiene que sí lo eran, e incluyen a Tejada, no han señalado documento alguno que avale esta sugerente hipótesis. Y hay escritos que confirman dicha condición a varios pueblos de La Rioja, aunque sus nombres no llegasen a tiempo de figurar en el Libro Becerro de las Behetrías, de hacia 1350. No: los de Valdeosera acudieron a los Reyes Católicos en demanda de justicia, y los monarcas fulminaron en 1481 una real provisión contra don Alonso de Arellano, Conde de Aguilar de Inestrillas y Señor de los Cameros (y primo del Rey Católico), por atentar contra el Señorío de Valdeosera. En ella, los Reyes ordenaron a don Alonso que dejase el Solar de Valdeosera a sus legítimos dueños, los Señores y Diviseros de él, por lo qual vos mandamos que agora, ni en de aquí adelante, cesedes de perturbar e non perturbades a los dichos, a la vez que confirmaron a los mismos, la posesión del Señorío y su jurisdicción civil y criminal. No ocurrió lo mismo con su posesión de los montes Cardines, ya que en 1511 el territorio fue partido y nuevamente amojonado, y las cuatro séptimas partes pasaron a propiedad de los Arellano. Es curioso: tampoco en este importante pleito vieron la luz esos importantes documentos de Don Enrique IV y de los Reyes Católicos.
Ni tan siquiera hubo una referencia a ellos cuando, en 1692, Martín Fernández de Tejada habiendo optado al hábito de caballero de la Orden de Santiago, relató en su expediente, cómo fue partida Tejada y las cuatro séptimas partes pasaron a ser propiedad de don Juan de Arellano, y que la parte restante se llama siempre y comúnmente y así mismo en las escripturas públicas y autos Judiciales con el nombre de Tejada.
Este documento de RRCC., que dicen está realizado en 1491. O bien no existía en 1667, o no era conocido por la Real Chancillería de Valladolid; aunque, también pudo ocurrir que aún conociéndolo, no tuviera en cuenta el contenido del mismo, puesto que en su interior hace mención a “los solares de Valdeosera y Tejada” (por este orden), y al publicar su “Prácticas y Formulario de la Chancillería de Valladolid”, en su capítulo para hacer las “Diligencias contra la Hidalguía de Propiedad”, tan sólo registra a Valdeosera como único Solar Nobiliario Conocido, en la Sierra de los Cameros.
Por otro lado, la aseveración de que esta Carta de privilegio y confirmación, que es el primer documento original conservado en el que se recogen los privilegios de estos Solares, y que desde entonces fue corroborada por todos los monarcas, no parece muy acertada, pues desde la supuesta fecha de concesión (1491), hasta su aparición en sociedad (1749), pasaron 258 años, sin  que haya constancia, en archivos oficiales, de monarca alguno que lo hubiera corroborado y confirmado.
Como bien dicen los autores del informe -autores interesados, hay que decirlo ya, porque su dictamen no fue por amor al estudio, sino oneroso-, en ese supuesto documento de los Reyes Católicos, formalmente -solo formalmente- auténtico, se notan incógnitas interesantes. Es muy cierto: tan interesantes, como que algunas circunstancias y algunas pruebas mueven a pensar que alguien pudo falsificar un documento regio -o dos-.
  A las dos posibles soluciones que dan para resolver las incógnitas interesantes que presenta el supuesto documento de Don Enrique IV, o sea la realización fraudulenta del documento, o bien que tras aceptar el rey expedir la carta la dejara firmada en blanco; habría que sumar una tercera conjetura, cual es que dicho monarca tuviera el don de la ubicuidad, ya que en la fecha en que se data, y se data en Valladolid a 10 de septiembre de 1460, resulta que el Rey Don Enrique estaba en Segovia.

Y ya llegando a este punto, aparece una cuarta posible solución: la de que todo sea una falsificación documental que comenzó a gestarse, muy posiblemente, a partir del 1652, cuando el ansia de los pecheros cameranos por cambiar de estado, desembocó en un suceso conocido como la Asonada de Torrecilla. Y así la tortuosa conversión de la antigua granja de Tejada -nunca fue villa ni solar, como acreditan los documentos de alcabalas de 1561 conservados en Simancas, y los procesales de 1652 y 1667 conservados en la Real Chancillería de Valladolid-, nada menos que en una Casa Solar conocida de hijosdalgo. Proceso iniciado años antes de 1716, cuando las villas circunvecinas se quejaron a las autoridades de que ha llegado a nuestra noticia pretender y la quieren hacer Casa Solariega e Infanzona [a Tejada] y para ello, a imitación de lo que se practica en este Noble Solar [de Valdeosera] amparado ha hacer libros donde han asentado y asientan todas las personas que han querido asentarse de las dichas Villas y otras partes así nobles como plebeyos aunque es cierto que algún plebeyo, aunque esté allí asentado, no se le guarda en ... lugar exención su franqueza alguna de noble, y que han puesto y formado su audiencia con Fiscal para hacer las tales admisiones y hecho abrir el mismo sello y escudo de Armas de que da y está dado por blasón a este dicho Noble Solar [de Valdeosera].
Algo de cierto habría en las denuncias, porque al final el Rey Don Carlos III, a petición del fiscal de lo civil en su Real Chancillería de Valladolid, dictó el 7 de octubre de 1773 una real provisión que mandaba rever todas las hidalguías concedidas desde el año de 1703 (setenta años antes). Una medida concreta y limitada a la comarca de los Cameros, en razón de que en las villas y lugares de que se compone la tierra de Cameros, había diferentes personas intrusas al estado noble. Al parecer se vieron obligados a justificar su condición hasta 334 hidalgos de veinticuatro pueblos de los dos Cameros, exclusivamente. Y, por supuesto, no se contaron entre ellos mujeres, no, ninguna -porque esta otra fantasía nobiliarista solo nació en el seno de los miembros del Solar de Tejada muchos años después-, y pretender envolverse, a estas alturas de la historia, con la bandera de un utópico feminismo mantenido por Tejada durante la Edad Media, es “lanzada a moro muerto”.
En esta misma línea de pesquisas, ya hemos dicho en otra ocasión que el supuesto privilegio enriqueño, apareció y desapareció -cual Guadiana- a mediados del siglo XX, según las autoridades tejadinas, sin que, a la fecha, se sepa su paradero; y hemos dicho que aquellos sucesos coincidieron en el tiempo en que don Jesús Larios, alcalde mayor del Solar de Tejada -y su verdadero restaurador-, tuviese una íntima amistad con don Manuel Fernández Padial, un calígrafo y miniaturista segoviano de excepcional mano y calidad. No estoy afirmando, porque no me consta, que esos dos hicieran algo así como falsificar un documento del siglo XV; solamente debo apuntar una vía de investigación, para cuando reaparezca el privilegio original y pueda someterse a pruebas científicas de su autenticidad.
En conclusión, con toda prudencia pero con toda contundencia, venimos a plantear la posibilidad de que en el hoy llamado Solar de Tejada alguien pudiera haber falsificado uno o dos documentos regios -los de Don Enrique IV y los Reyes Católicos-, como base de un sofisma con intenciones nobiliaristas; y que esto pudo suceder hacia 1652. Usando para ello, quizá, la técnica del palimpsesto, o sea, reescribiendo sobre un documento auténtico.
Esperemos que en el futuro llegue a aparecer el original del supuesto privilegio de Don Enrique IV (1460); y que ese mismo futuro se lleguen a realizar pruebas verdaderamente científicas -y por parte desinteresada- del supuesto privilegio de los Reyes Católicos (1491). Solo así se resolverán por fin las incógnitas interesantes que este último plantea, y en caso favorable se podrán disipar las dudas razonables que muchos historiadores tienen acerca de que el hoy llamado Solar de Tejada esté fundado sobre una gran superchería pseudohistoricista.
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