LA SUPUESTA CARTA
DE PRIVILEGIO Y CONFIRMACIÓN
DE LOS REYES
CATÓLICOS AL LINAJE DE TEJADA,
SUPUESTAMENTE
DADA EN 1491:
ALGUNAS
“INCÓGNITAS INTERESANTES”
Por: D. Luis Pinillos Lafuente, antiguo Alcalde
Mayor del Solar de Valdeosera
En la revista Hidalguía nº 533 (invierno 2013), los
profesores don Juan Carlos Galende Díaz y don José María de Francisco Olmos
publicaron un meritorio estudio, realizado desde el punto de vista paleográfico
y diplomático, de la supuesta Carta de
privilegio y confirmación dada por los Reyes Católicos al linaje de Tejada en
1491.
Sobre ese
asunto deseo aportar algunas precisiones históricas -las que vienen a ser la
otra cara de una misma moneda-, con el fin de ayudar a conocerlo mejor,
estudiándolo desde otros aspectos relevantes.
Entrando en
materia: existen fundadas razones para dudar de la autenticidad de los dos
documentos tejadinos llamados de Enrique
IV, de 1460, y de los Reyes Católicos,
de 1491. Esa autenticidad ha sido puesta en tela de juicio por no pocos
historiadores porque, pese a su regia apariencia, nadie ha sido capaz de
encontrar el primero ni de demostrar su existencia; mientras que el segundo de
ellos parece ser que está en un archivo privado. Ninguno de ellos consta
registrado en el Registro General del Sello, el cual se conserva en el Archivo
General de Simancas a partir de los años de 1454. Todos
sus asientos, para la época que nos ocupa, han sido publicados, y no hay ni rastro
de ese supuesto privilegio y confirmación.
Por eso, sin
duda, los profesores Galende Díaz y De Francisco Olmos han dicho que el
documento de Reyes Católicos es auténtico en
su formalidad y realización. Pero evitan entrar en el fondo del documento,
que es el de su autenticidad real. Formalmente, el documento que tratamos puede
parecer auténtico, aunque no lo sea: obviamente, un falsificador de moneda que
se precie, no se le escaparía poner Banco de España con uve. Así que esta autenticidad formal no puede servir de
base para que alguien afirme que sea un original.
Resulta que en
las más de treinta y cinco mil setecientas
cincuenta páginas que conforman el archivo del Solar de Valdeosera, la primera
mención al supuesto documento de los Reyes Católicos, tiene fecha de 1783
cuando, concluido un juicio en la Chancillería de Valladolid (años de 1776 a
1783), sobre la pertenencia del Solar con su término, jurisdicción alta e baxa,
mero y mixto imperio a dichos Caballeros Diviseros del mismo, y un mes antes de que se dictara la sentencia
-favorable a estos, por mor de testimonios y documentos presentados-, el
licenciado don Pedro García Montenegro, fiscal de S.M, pide que se
presentase la Confirmación de Reyes
Católicos (8 de agosto de 1491), que
existe en el Pleito que sobre su Hidalguía siguieron en esta Chancillería
Joseph, Antonio, y Pedro Gregorio, vezinos de la villa de Laguna de Cameros
-pleito de 1781-. Y añadió, al respecto a las confirmaciones de privilegios: Que las confirmaciones nunca pueden subsanar
el defecto del título o Privilegio que se desea porque las Confirmaciones no
dan ni quitan fuerza a lo que se confirma, sólo sirven de preservar la eficacia
de la cosa confirmada sin perjuicio de la verdad porque los Soberanos expiden
sus Confirmaciones bajo la buena fee de ser cierto el Pribilegio y como su
Soberana intención es no dar más derecho al impetrante que el que tenga por el
Privilegio ni derogar el derecho de terceros no se examina ni disputa en este
acto si es cierto o no el Privilegio ni se cita para su confirmación a los
interesados quienes si hacen ver que la Confirmación se obtubo con engaño, de
nada sirve.
La
intromisión del fiscal del Rey sorprendió a los diviseros de Valdeosera, y
alegaron no saber nada del documento que mencionaba, ni que pudiera ser de
utilidad para su defensa en el pleito que se seguía. Esta
intromisión del fiscal, inculcándose en otros incidentes,
resultaba sorprendente y desconcertante para los diviseros, puesto que entre
los instrumentos presentados para su defensa, no figuraba confirmación de
privilegios alguna; y porque, además, había quedado claro que las dichas confirmaciones no servían para
justificar un derecho a la propiedad del Solar.
Y es que, en
realidad, la primera vez en la historia, que aparece mencionado un documento
llamado, explícitamente, así: Confirmación
de Privilegios, otorgada por los Reyes Católicos en 1491, fue en el año
1749, con la presentación de una solicitud para obtener carta de confirmación
por parte del Rey Don Fernando VI. Dicho documento
carecía del Sello Real de plomo, que forzosamente debía acompañarlo, pendiente
de cintas de seda de distintos colores. Quizá esa ausencia pueda hallarse en el
sano temor de que falsificar un documento, llevando incluso un sello rodado,
fuera una cosa delictiva, pero llegar a falsificar un Sello Real se pagaba con
la pena capital.
También
resulta revelador el hecho de que, con la petición, presentaron un traslado,
claramente infiel, del Certificado del
Blasón del Solar de Valdeosera, dado en 1636 por don Domingo Gerónimo de
Mata, rey de armas del Rey Don Felipe IV. En la transcripción se omitieron
algunas frases que aparecen en el original, como la de que el oso y el roble son Armas de Valdeosera. O la referente a las
divisas: siendo condición y bínculo de que
no se pudiese acrecentar vecindad, ninguna más de las trece Casas y Solares y
Divisas, que así se llaman, de do descienden todos los subcesores, por vía de
barón. Y otras alteraciones, entre las cuales se encuentra la inclusión de
la segunda bordura, con la leyenda, que fuera añadida por el Solar de
Valdeosera en 1644, laudemus viros et
parentes nostros in generatione sua. De que hay constancia por la visita a vista de ojos, realizada por el
licenciado don Diego Castrillo y Rivero, en su visita judicial a dicho Solar.
No hay pleito
de hidalguía ni documento alguno anterior a esta fecha, que mencione o aluda a
esos supuestos documentos reales de 1460 y 1491, y tampoco aparecen mencionados
en las obras de los autores que trataron estos temas, como fray Atanasio de
Lobera en su Historia de las Grandezas de
la muy antigua e Insigne ciudad e Iglesia de León, del año 1596; don Mauro
Castellá Ferrer en su Historia del
Apóstol de Iesu Christo Sanctiago Zabedeo Patrón y Capitán General de las
Españas, del año 1610; el padre fray Mateo de Anguiano en su Compendio Historial de la Provincia de La
Rioja, del año 1701; o el doctor don José González Texada en su célebre Abrahan de La Rioja. Por contra, resulta
chocante comprobar que muchos de los datos de su contenido, son copia casi
literal de lo escrito por fray Atanasio de Lobera en 1596; quien, por meter su
apellido en el asunto (como demostró, años más, tarde González Texada), hablaba
de haber leído en algunas memorias
sobre doce caballeros que pudieran ser galicianos o los propios hijos de don
Sancho, sin más referencias.
Recordemos
que, con la entronización del primer Borbón, se expidió un real decreto
mandando que todas las villas y lugares sometiesen a confirmación sus
ordenanzas y privilegios. Las que habían tomado partido por el perdedor de la
guerra civil -el Archiduque Carlos-, se vieron despojados de ellos. En La
Rioja, la villa de Valdeosera fue el único Solar nobiliario conocido que
presentó documentación para demostrar la pertenencia del mismo a los señores
diviseros de él; pero no fueron esos importantes
documentos atribuidos a Don Enrique IV y a los Reyes Católicos los
aportados, sino sus Ordenanzas Viejas, de
1579; con ello, Valdeosera obtuvo real provisión del Rey Don Felipe V,
fechada el 22 de septiembre de 1716, para el
dicho Solar e Villa de Valdeosera, con todos sus vasallos e jurisdicción civil
e criminal, horca e cuchillo, alto e bajo, mero mixto imperio.
En nombre de la posteriormente llamada villa o solar
de Tejada, nada se presentó. Se perdió así, qué cosas, una buena ocasión para
dar a conocer los supuestos documentos de Don Enrique IV y de los Reyes
Católicos ¡si es que ya existían en esas fechas!
Luego, además,
está el escudo de armas. En la certificación de armas que don Domingo Gerónimo
de Mata expidió a favor del Solar de Valdeosera, se lee: y en el quarto quartel,
ansí mesmo en campo de plata, un roble, de sinopla, y a él ligado, un oso, al
natural, con una cadena de yerro o arjen. En cambio, sobre el escudo
que aparece en el supuesto privilegio de los Reyes Católicos, más de una
autoridad en los estudios heráldicos opina que su composición no es anterior a
la época de Don Felipe II (1556-1598); y así, al describir el cuarto cuartel,
se lee: en el cuarto campo que es también
plateado, está un árbol que se llama texo, y en él está atado un oso, con una
cadena a una rama del árbol, que significa la que cortó Sancho de Tejada,
cuando se le quebró la lanza… Y se dice en el documento, que esa es la
razón de que a don Sancho le llamaran Tejada, porque se defendió de la morisma
empleando como arma, la rama de un tejo. Vieja historia, ya contada en 1248,
cuando la toma de Sevilla donde el actor era don Pedro de Vargas Machuca
y el arma, una rama de olivo usada para machucar.
La anécdota es famosa y no insistiremos en ella. Pero es que aquí, en el caso
de Tejada, la gramática también juega su papel pues,
etimológicamente, el vocablo formado por derivación de tejo, no es, precisamente,
tejada.
Otro dato significativo
surge, al comprobar que el tema del tejo es una mala copia sacada de la citada
obra Abrahan
de La Rioja (1702). En ella no hay referencia alguna a
los hipotéticos documentos del Rey Don Enrique IV (1460) y RRCC (1491), no
obstante, en la página 329 punto 3, se lee lo siguiente: El apellido de Texada le vino de el suçesso siguiente. El Rey Don
Alonso el Casto, segundo de el nombre, acometió con su Exército a otro de Moros
muy numeroso, que estava campado cerca del Valle referido de Vielso, contra los
Cathólicos. Acompañávale Sancho Fernández, Cabo muy principal del Cathólico
Exército, y acometiéndose las dos opuestas hazes, y peleando con el mayor valor
D. Sancho, se le quebró el hierro de la lanza, y tomando en las manos el asta
(que era de Texo, Arbol muy hermoso, y de que ay muchos, assí en el Valle de Vielso,
donde Don Sancho era Castellano, como en la Sierra de los Camberos, donde tenía
su principal Casa, y Señorío) mató, y hirió tantos Moros con ella, dando en
ellos tan fuertes golpes, que admirado el Rey, dixo: Las texadas que da Sancho!
y de aí se llamaron Texada, y tomaron su Casa Solariega de los Camberos, y
Villa que fundó en el Castillo del Valle de Vielso, este lustroso apellido, que
se conserva en sus descendientes. De todo ello se desprende, que los
creadores del documento (supuestamente concedido por los RRCC en 1491), lo
copiaron en 1749 de la obra realizada por el doctor González Texada en 1702. Que
no a la inversa. Para
ello cambiaron el lugar del suceso, poniendo: “hízole Señor de los Montes Cardines en donde se defendió del riesgo, e
por los muchos tejos que allí había (?),
e porque cogió cuando se le quebró la lanza, se llama la montaña de Tejada”.
Según varios
autores genealógicos, Tejada es un linaje castellano, del Solar de Valdeosera
(Logroño). Y este apellido se deriva de teja,
la cual más allá de un simple objeto arquitectónico, es un elemento cargado de simbolismo, principalmente representando la Casa (entendida esta como un operador
social, más que como una construcción). Como entidad protectora del grupo
doméstico. La teja es, pues, signo de
propiedad y símbolo de la casa y de sus derechos; con o sin confirmación de
privilegios, ya que la propiedad habría sido obtenida como una aprisio o presura, durante la ocupación de terrenos deshabitados en la época
de la Reconquista en La Rioja. O concedida como recompensa, contraprestación o
pago de los heroicos esfuerzos y señalados servicios de los antepasados de los
diviseros.
Respecto
a la afirmación del informe, de que dicho supuesto documento de los Reyes
Católicos otorgó a los
pobladores de los solares por fin una plena seguridad, ya que desde entonces no
volvieron a tener problemas con los señores de la zona, baste decir que tan
sólo la villa de Valdeosera tenía pobladores entonces -por eso era villa-,
aunque aparezca entre las concesiones enriqueñas, nunca fue poseída por los
Arellano; y cuando, hacia 1473, el Señor de los Cameros, con gente de armas, decide tomarla por la
fuerza, los hijosdalgo del Solar no recurren al contenido de ese supuesto o
imaginario documento de Don Enrique IV, ni argumentan ser behetría para
defenderse del de Arellano. Pues, aunque hay quien mantiene que sí lo eran, e
incluyen a Tejada, no han señalado documento alguno
que avale esta sugerente hipótesis. Y hay escritos que confirman dicha
condición a varios pueblos de La Rioja, aunque sus nombres no llegasen a tiempo
de figurar en el Libro Becerro de las
Behetrías, de hacia 1350. No: los de Valdeosera acudieron a los
Reyes Católicos en demanda de justicia, y los monarcas fulminaron en 1481 una
real provisión contra don Alonso de Arellano, Conde de Aguilar de Inestrillas y
Señor de los Cameros (y primo del Rey Católico), por atentar contra el Señorío
de Valdeosera. En ella, los Reyes ordenaron a don Alonso que dejase el Solar de
Valdeosera a sus legítimos dueños, los
Señores y Diviseros de él, por lo qual vos mandamos que agora, ni en de aquí
adelante, cesedes de perturbar e non perturbades a los dichos, a la vez que confirmaron a los mismos,
la posesión del Señorío y su jurisdicción civil y criminal. No ocurrió lo mismo
con su posesión de los montes Cardines, ya que en 1511 el territorio fue
partido y nuevamente amojonado, y las cuatro séptimas partes pasaron a
propiedad de los Arellano. Es curioso: tampoco en este importante pleito vieron
la luz esos importantes documentos de
Don Enrique IV y de los Reyes Católicos.
Ni tan
siquiera hubo una referencia a ellos cuando, en 1692, Martín
Fernández de Tejada habiendo optado
al hábito de caballero de la Orden de Santiago, relató en su expediente, cómo fue partida Tejada y las cuatro séptimas
partes pasaron a ser propiedad de don Juan de Arellano, y que la parte restante
se llama siempre y comúnmente y así mismo en las escripturas públicas y autos
Judiciales con el nombre de Tejada.
Este documento de RRCC., que dicen está
realizado en 1491. O bien no existía en 1667, o no era conocido por la Real
Chancillería de Valladolid; aunque, también pudo ocurrir que aún conociéndolo,
no tuviera en cuenta el contenido del mismo, puesto que en su interior hace
mención a “los solares de Valdeosera y
Tejada” (por este orden), y al publicar su “Prácticas y Formulario de la Chancillería de Valladolid”,
en su capítulo para hacer las “Diligencias
contra la Hidalguía de Propiedad”, tan sólo registra a Valdeosera como
único Solar Nobiliario Conocido,
en la Sierra de los Cameros.
Por otro lado,
la aseveración de que esta Carta de
privilegio y confirmación, que es el primer documento original conservado en el
que se recogen los privilegios de estos Solares, y que desde entonces fue
corroborada por todos los monarcas, no parece muy acertada, pues desde la
supuesta fecha de concesión (1491), hasta su aparición en sociedad (1749), pasaron 258 años, sin que haya constancia, en archivos oficiales,
de monarca alguno que lo hubiera corroborado y confirmado.
Como bien
dicen los autores del informe -autores interesados, hay que decirlo ya, porque
su dictamen no fue por amor al estudio, sino oneroso-, en ese supuesto documento
de los Reyes Católicos, formalmente -solo formalmente- auténtico, se notan incógnitas interesantes. Es muy cierto:
tan interesantes, como que algunas circunstancias y algunas pruebas mueven a
pensar que alguien pudo falsificar un documento regio -o dos-.
A las dos
posibles soluciones que dan para resolver las incógnitas interesantes que presenta el supuesto documento de Don
Enrique IV, o sea la realización
fraudulenta del documento, o bien que tras aceptar el rey expedir la carta la
dejara firmada en blanco; habría que sumar una tercera conjetura, cual es que dicho monarca tuviera el don de la
ubicuidad, ya que en la fecha en que se data, y se data en Valladolid a 10 de
septiembre de 1460, resulta que el Rey Don Enrique estaba en Segovia.
Y ya llegando
a este punto, aparece una cuarta posible
solución: la de que todo sea una falsificación documental que comenzó a
gestarse, muy posiblemente, a partir del 1652, cuando el ansia de los pecheros cameranos por cambiar de estado, desembocó en un
suceso conocido como la Asonada de Torrecilla. Y así la tortuosa
conversión de la antigua granja de Tejada -nunca fue villa ni solar, como
acreditan los documentos de alcabalas de 1561 conservados en Simancas, y los procesales
de 1652 y 1667 conservados en la Real Chancillería de Valladolid-, nada menos
que en una Casa Solar conocida de hijosdalgo. Proceso iniciado años antes de
1716, cuando las villas circunvecinas se quejaron a las autoridades de que ha
llegado a nuestra noticia pretender y la quieren hacer Casa Solariega e
Infanzona [a Tejada] y para ello, a imitación de lo que se practica en este
Noble Solar [de Valdeosera] amparado ha hacer libros donde han asentado y
asientan todas las personas que han querido asentarse de las dichas Villas y
otras partes así nobles como plebeyos aunque es cierto que algún plebeyo,
aunque esté allí asentado, no se le guarda en ... lugar exención su franqueza
alguna de noble, y que han puesto y formado su audiencia con Fiscal para hacer
las tales admisiones y hecho abrir el mismo sello y escudo de Armas de que da y
está dado por blasón a este dicho Noble Solar [de Valdeosera].
Algo de cierto
habría en las denuncias, porque al final el Rey Don Carlos III, a petición del
fiscal de lo civil en su Real Chancillería de Valladolid, dictó el 7 de octubre
de 1773 una real provisión que mandaba rever todas las hidalguías concedidas
desde el año de 1703 (setenta años antes). Una medida concreta y limitada a la
comarca de los Cameros, en razón de que
en las villas y lugares de que se compone la tierra de Cameros, había
diferentes personas intrusas al estado noble. Al parecer se vieron
obligados a justificar su condición hasta 334 hidalgos de veinticuatro pueblos
de los dos Cameros, exclusivamente. Y, por supuesto, no se contaron entre ellos
mujeres, no, ninguna -porque esta otra fantasía nobiliarista solo nació en el
seno de los miembros del Solar de Tejada muchos años después-, y pretender envolverse, a
estas alturas de la historia, con la bandera de un utópico feminismo mantenido por Tejada durante la Edad Media, es “lanzada a moro muerto”.
En esta misma
línea de pesquisas, ya hemos dicho en otra ocasión que el supuesto privilegio
enriqueño, apareció y desapareció -cual Guadiana- a mediados del siglo XX,
según las autoridades tejadinas, sin que, a la fecha, se sepa su paradero; y
hemos dicho que aquellos sucesos coincidieron en el tiempo en que don Jesús Larios,
alcalde mayor del Solar de Tejada -y su verdadero restaurador-, tuviese una
íntima amistad con don Manuel Fernández Padial, un calígrafo y miniaturista
segoviano de excepcional mano y calidad. No estoy afirmando, porque no me
consta, que esos dos hicieran algo así como falsificar un documento del siglo
XV; solamente debo apuntar una vía de investigación, para cuando reaparezca el
privilegio original y pueda someterse a pruebas científicas de su autenticidad.
En conclusión,
con toda prudencia pero con toda contundencia, venimos a plantear la
posibilidad de que en el hoy llamado Solar de Tejada alguien pudiera haber
falsificado uno o dos documentos regios -los de Don Enrique IV y los Reyes
Católicos-, como base de un sofisma con intenciones nobiliaristas; y que esto pudo suceder hacia 1652.
Usando para ello, quizá, la técnica del palimpsesto, o sea, reescribiendo sobre
un documento auténtico.
Esperemos que
en el futuro llegue a aparecer el original del supuesto privilegio de Don
Enrique IV (1460); y que ese mismo futuro se lleguen a realizar pruebas
verdaderamente científicas -y por parte desinteresada- del supuesto privilegio
de los Reyes Católicos (1491). Solo así se resolverán por fin las incógnitas interesantes que este último
plantea, y en caso favorable se podrán disipar las dudas razonables que muchos
historiadores tienen acerca de que el hoy llamado Solar de Tejada esté fundado
sobre una gran superchería pseudohistoricista.
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